A ver, que el título del post es un clickbait de manual es un hecho. Pero seamos sinceros, la idea es que leáis este blog, ¿no?
En fin, no se puede tener todo en esta vida.
Esta mañana he leído un artículo en Fstoppers.com que giraba sobre este mismo tema. Y he pensado -astutamente- que podía decir la mía. Y es que el tema viene a ser el ying-yang de cualquier fotógrafo: buena foto, pero técnicamente con alguna cagada relevante.
Imaginad la situación en la que todos nos hemos encontrado: Vuelves a casa, te pones a descargar las fotos del día y descubres, con un cierto grado de horror, que esa foto que en la pantalla de la cámara se veía perfecta, en la pantalla del ordenador no tanto. Está trepidada (movida, para los de la ESO) o ligeramente desenfocada, o sobre o sub-expuesta o lo que sea. ¿Qué haces? ¿La descartas? ¿La incluyes en la selección? ¿Cuelgas los galones y te vas de misionero al Congo?
Sabes que vas a tener que mandarle al cliente una selección de fotos. Y asumamos que obviamente tienes fotos técnicamente correctas (en caso contrario puedes parar de leer e ir a un rincón a llorar incontroladamente: estás jodido). Pero no son tan buenas como esa foto que cada vez que miras por un lado te hace sentir orgulloso, grande y provoca que un cierto placer pecaminoso recorra tu cuerpo. Por otro, tienes ganas de cortarte las venas, gritar y, como apuntaba en el párrafo anterior, irte al Congo. O a Etiopía, si eres más de Haile Selassi.
Pues supongo que como las grandes preguntas de la humanidad, no tiene una respuesta clara y directa. Depende de como te pille el día. Hay varias situaciones que pueden darse:
- No tienes material decente que enviar más allá de esa foto. Bueno, de perdidos al río: seleccionas lo mejorcito del día, lo procesas y lo envías. Y te encomiendas a Charun (que es un diox etrusco de lo más adecuado en tú situación). Y te vas al Congo.
- El caso contrario puede darse también: Aunque esa foto molona es la caña, tienes otras técnicamente decentes que enviar que, a nivel digamos conceptual, también son potentes. Te ha tocado la lotería, muchacho. En ese caso suelo dejar la foto de la discordia para colgarla en mis redes sociales o directamente la mando a paseo. Esta situación es, probablemente, la menos frecuente: Básicamente porqué si tienes fotos del mismo nivel pero sin cagadas, es harto improbable que pasen el corte. Y si no pasan el corte… pues no tenemos este problema.
- Y el turrón del asunto: Tienes tus fotos, todas correctas técnicamente, pero con menos interés que el mojón del Km32 de la N-II. Las miras y piensas: Psé… Tú sentido arácnido zumba. Si mandas esas fotos, ciertamente no van a eviscerarte, puesto que cumplen las premisas básicas que requiere el cliente. Pero no esperes que vuelva a llamarte. Te vas a convertir en el equivalente a los macarrones con tomate de la fotografía: nutren, pero no aportan mucho más. Y si sigues oyendo el sensual canto de sirena que emite esa foto. Es el maldito gato de Schrödinger hecho foto: podrías afirmar que es un truño y/o una genialidad en cualquier momento, y no equivocarte en ninguno de los dos supuestos. Con el tiempo, acabas aprendiendo que lo mejor que puedes hacer es dejar de debatirte y ceder al lado oscuro de la foto: la procesas y la envías sin pestañear.
Y así están las cosas. Lo cierto es que tendemos a olvidar que, como fotógrafos nos damos cuenta de pequeños detalles que al común de los mortales les pasarán por alto. Porque es nuestro trabajo y obligación. Y porque nos (me) mola fustigarnos hasta lo indecible por cualquier pequeño detalle. Y es lo que hay que hacer, no nos engañemos: la fotografía tiene una parte importante de artesanía, de técnica aplicada. Y debes dominarla, conocerla y saber cuando estás cometiendo un error en algún punto en concreto. Y luego hay la parte digamos, artístico-perrofláutica.
Asumamos que cuando te contratan, lo hacen para comunicar gráficamente algo. Un evento, una nueva línea de ropa o algo tan peregrino como un concepto o idea. O sentimiento, que de todo hay en las viñas del señor. Y mal que nos pese, a veces la técnica queda en segundo término. Cosa que no reconoceré en público, claro. O sí. Probablemente vaya en función del ratio tiempo/gintonics.
Lo que está claro es que los fotógrafos adolecemos de una miopía extremadamente acusada, lo que nos puede llevar a dar por inválida una foto por lo que sabemos es una cagada técnica. Pero no debemos olvidar que el cliente puede, y suele, revisar el material teniendo en cuenta otro estándar en mente. No me ha pasado ni una, ni dos, ni tropocientas veces el que finalmente una foto que a priori daba por hecho que era mala, resulta que es la que mayor entusiasmo provoca. Incluso hay una en concreto, que hice hace un tiempo en el estudio que, aún estando trepidada, la sigo considerando uno de los mejores retratos que he hecho. Y cada vez que lo veo, me dan ganas de fustigarme por semejante cagada, pero no puedo evitar ver lo potente que es.
Y para acabar, un simple pensamiento fugaz… Si no la cagas, no te ves en la tesitura de tener que comerte la olla pensando si envías o no una foto que no es perfecta. Porque deberían serlo todas. Siempre.
Pero en fin… Murphy, ya sabéis.
Ala, hasta la siguiente.
2 Comments
Carles Leni
Com et fustigues, Arnau. Els teus «merengues» sempre han estat de primera categoria i, no ser que el pastís presentat sigui per unaltre pastisser… Tothom trobarà que els postres han estat d’allò més divins. Saluts!
arnauf@tuathstudio.com
Aconseguiràs que em posi vermell, noi. En realitat es tan senzill com que el dia que trobis tot el que fas es sublim, cagada pastoreta. Sempre es pot millorar!